lunes, 26 de abril de 2010

Eyes...

Todo entra por los ojos.

No por nada el sentido de la visión es el más importante en el desarrollo de los seres humanos. La vista es la que nos permite percibir sensaciones luminosas y captar el tamaño, la forma, el color y la distancia de los objetos. Por supuesto que estas sensaciones llegan por medio de los ojos, que son al fin y al cabo los órganos que están encargados de esto. Dentro de ellos se encuentran unas células receptoras que "arman" las imágenes y las transmiten al cerebro.

La persistencia de la visión es la capacidad "teórica" de la retina del ojo de guardar la última imagen que le llega, consiguiendo de esta forma que la ya mencionada imagen sea percibida incluso cuando ya no está.

A más de alguien le habrá pasado que al mirar el rostro de quien ama, este se queda grabado en nuestra mente y al cerrar los ojos aún se mantiene ahí.

Nuestro cerebro usa parámetros establecidos por nuestro entorno o nuestra sociedad para poder determinar lo que se considera como hermoso o feo. A consecuencia de esto también es posible determinar el grado de éxito que una persona puede tener en una situación específica. Tanto en el amor como en el trabajo la apariencia física es fundamental para lograr lo que se desea.

Muchos individuos se dejan llevar por las apariencias y claro, en primera instancia quien no, pero ¿realmente puedes vivir con una obra de arte? ¿de qué servirá tener a un hombre o una mujer hermoso, si cuando intenta articular dos palabras estas no tienen coherencia entre sí?

Los años pasan e inevitablemente el cuerpo se desgasta. Como digo yo, es un envase retornable que al final de nuestros días tendremos que devolver a la tierra. La belleza es momentánea y muy frágil.

Cuando tengas 80 años y esa obra de arte se haya desgastado por el paso del tiempo ¿qué harás?

Si pudiésemos enamorarnos de nuestros cerebros la cosa sería distinta, pero no sentiríamos las cosquillas en el estómago cuando esa persona nos toca o nos mira.

Claramente, cuando conoces a una persona puedes ver en su interior y conocer no solo su mente, si no también su "corazón" ... (Sentimientos que para mí son creados por el mismo cerebro. Piénsenlo... al fin y al cabo somos lo que nuestra mente es. Si los trasplantes totales de cerebros existieran y necesitaran uno ¿quien serían cuando abrieran los ojos?, ¿seguirían siendo Juan o serían José en el cuerpo de Juan? creo que la respuesta es clara.)

¿Y el alma?... dentro de la mente para mí. Es la "chispa" que hace que todo comience. Como la descarga de electricidad para un robot.

Sea como sea, todo sigue entrando por los ojos. Si tenemos a alguien hermoso frente a nosotros y a otra persona que quizás no lo sea tanto, escogeremos al mas "guapo" en primera instancia. Follaremos con el (ella) y seguiremos conociéndolo... quizás resulte, quizás no. ¿Y al feo? ¿le dimos una oportunidad? pues no. Simplemente lo descartamos. Podría haber sido el gran amor de nuestras vidas, pero lo dejamos de lado, simplemente porque físicamente no cumple nuestras expectativas.

Aunque... de vez en cuando una sola mirada es capaz de calar en lo más hondo de nuestro ser y somos capaces de ver cosas que no se pueden observar con los ojos, sino con eso que llamamos alma. Unos segundos pueden cambiar nuestro mundo y nuestra percepción de él, llevándonos al cuestionamiento. Nos enamoramos y nos cegamos. Nuestro cerebro hace que olvidemos todo lo que alguna vez se nos enseñó sobre el amor y esa persona es perfecta para nosotros, incluso hermosa.

No vayan a pensar que estoy en contra de la belleza... de hecho me parece una tontería creer que la belleza no es más que una cosa superficial. Eso es suficientemente profundo. ¿Qué quieren, un pancreas adorable? Solo hago un comentario simple de la realidad, de nuestra realidad.

Ya asúmanlo de una buena vez y dense cuenta que todo siempre va a entrar primero por los ojos... (gracias a nuestro cerebro) pero que tampoco servirá del todo solo la belleza. Es un equilibrio muy difícil de encontrar, pero aquí es donde debemos analizar hacia que lado de la balanza nos arriesgaremos a inclinarnos.

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