viernes, 14 de mayo de 2010

Lujuria

El bar estaba casi vacío. Marco había bebido unos buenos tragos durante la noche. Ver a Carol herida por el desprecio de Dustin le había calado muy hondo. El chico lo único que deseaba era ver a su oculta amada feliz. Se secó las últimas lágrimas, pagó la cuenta y se levantó de la barra. Tenía que ir al baño antes, así que subió al segundo piso, sorprendiéndose al instante.

Ahí estaba Carol, sentada en un rincón mirando hacia la ventana. Sobre la mesa, innumerables botellas de alcohol y pañuelos desechables. Marco se acercó lentamente a la mesa y la observó. La chica lo miró e hizo un débil intento de sonrisa.

- No... no soporto verla así - Pensó él

Buscó en su bolsillo y sacó su billetera, dejando unos billetes sobre la mesa, miró a la chica y le ofreció la mano. Ella aceptó.

Salieron del lugar tambaleándose y riendo por cualquier estupidez. Caminaron por las calles vacías y él la llevó a su casa.

- Gracias por venir a dejarme Marco... fuiste como un ángel caído del cielo

Él tomó la cara de ella en sus manos y la observó de cerca, mas cerca de lo que nunca había estado de su amiga. Carol disfrutó del contacto y cerró los ojos.

Es posible que las copas de más afectaran a estos dos, pues sin darse cuenta estaban besándose. Marco la abrazó con fuerza y ella se dejó. Abrieron la puerta como pudieron y entraron al living de la casa. Sin separarse llegaron al sofá. Los segundos eran eternos y preciosos, ambos se acariciaban con dulzura, deseo y necesidad... necesidad de sentirse amados.

Los besos de él llenaron cada centímetro del cuerpo de Carol.
Los gemidos de ella llenaron el espacio, cubriendo el silencio y al final... el tiempo se detuvo.

No importaba quienes eran, ni cuanto habían sufrido por sus amores pasados o presentes, este momento les pertenecía solo a ellos dos. Mañana ya verían como se mirarían a la cara o cómo conversarían entre sus amigos sin sentirse comprometidos el uno con el otro.

Después de todo, como dice Scarlett O'Hara... mañana será otro día.

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