Tus ojos me miraban con cariño, con verdadero cariño.
Te acercaste seriamente. Tu mano acarició mi mejilla y frenó la salida de una lágrima.
- Claro que te quiero - Dijiste con una suave voz baja
Tomaste mi cara y la acercaste a la tuya. Mi corazón se detuvo. Tu frío aliento penetró mis pulmones y cerré los ojos para disfrutar la sensación. El suave roce de tu mano en mi espalda disparó mis sentidos. Me apretaste firmemente, acercándome a tu cuerpo, a tus labios...
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